“La primera comunicación es el lenguaje silente a través de la mirada. Los ojos son la vantana del alma”, señala Molina.
Este artista se identifica totalmente con la cultura cubana, el folklore, la fauna y la flora de los campos de Cuba. Las raíces afrocubanas se reflejan en su obra, tal y como las siente en su corazón.Es un creador que pinta con colores brillantes, como los que recuerda del mediodía cubano: verdes, rojos y azules que deslumbran la vista.
Sus orishas, guajiros y mulatas, cuyos ojos rasgados van más allá de sus rostros y la técnica de transparencia, que deja entrever detrás del primer plano, son el sello que identifica su obra.
Su interpretación de orishas, sus guajiros sublimes, palmas y flores denotan el romanticismo en sus creaciones, que siempre conservan la esencia de la Escuela Cubana.
Nacido en La Habana, Cuba, Luis comenzó a dibujar desde la temprana edad de los 12 años trabajando entonces pintando los ojos y detalles de imágenes religiosas en cerámica fría en un taller de La Habana. Así nació en él la necesidad de estudiar arte. Consolidó su formación en la Academia de Arte de San Alejandro de donde se graduó en 1974.
Luis ha expuesto sus pinturas localmente en Chicago, Nueva York, Philadelfia, Miami, y en otros países como España y Panamá. Sus obras han sido publicadas y también foman parte de importantes colecciones privadas a ambos lados del Océano Atlantico.
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